Creador del Triángulo de Sábato, por el cual se entendió la necesaria interacción entre Ciencia, Estado y Sector Productivo, Jorge A. Sábato fue un profesor de Física y teórico autodidacta de la relación entre Ciencia, Tecnología & Desarrollo. Fue un pionero de la metalurgia argentina, fundando y dirigiendo por 15 años dicho departamento en el seno de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Desde allí, se diseñó y produjo el combustible para el primer reactor nuclear de potencia en América Latina. Hace escasos meses se cumplieron 25 años de la desaparición de este científico que da nombre al Instituto de Tecnología de la CNEA / UNSAM. Para recordarlo, baste este artículo de 1973 extraido de su libro "Ensayos en Campera".
"El Caso Mattei"
No se alarmen, que no voy a hacer crítica cinematográfica. A mi me pareció una película formidable, pero por supuesto es mejor que se guíen por la opinión de los entendidos. Tampoco me voy a meter con el petróleo, porque en nuestra familia* (o tribu, como dice Neustadt) ese es territorio reservado para Juan y Arturo, cada uno por su lado, claro está. (De paso, no sé por qué, pero tengo el pálpito de que la película le va a gustar más a Juan que a Arturo, pero a lo mejor me equivoco, porque en esta familia es más difícil acertar que en el PRODE).
Simplemente me voy a ocupar de lo que hizo un gran impacto en mi. "El caso Mattei" es la historia de una pasión avasalladora e indomable, la pasión de un hombre (Mattei) por su patria (Italia) a la que no quiere ver más humillada, postergada, atrasada, subdesarrollada. Paradójicamente, esa pasión se encarna en algo que generalmente se concibe como frio, neutro frustrante y anti-pasional por excelencia: una empresa del Estado. Porque primero AGIP y luego ENI no son otra cosa que los instrumentos que Mattei elige, diseña, fabrica para ejecutar su pasión. Y en sus manos nerviosas y agitadas lo que no podría haber sido otra cosa que una pulcra y esterilizada institución se convierte en algo palpitante, vital, impetuoso, lista para luchar contra todos y en todos los terrenos.
El primer acto de la pasión es la guerra en el frente interno contra todos los indiferentes, los cínicos, los escépticos, los derrotados y sobre todo contra los cipayos, aquellos que no muy desinteresadamente querían que el Estado italiano no se metiera para nada en petróleo y lo dejase como un coto de caza para las compañías extranjeras. Para eso proponían la liquidación de AGIP, una empresa que el fascismo había fundado en 1926. "L`AGIP deve essere salvata", terminaba dramáticamente na carta de Mattei a su ex compañero de la resistencia, Ferruccio Parri, entonces primer ministro de Italia. Tarea nada fácil, porque la pobre AGIP no sólo no había encontrado petróleo sino que estaba muy desprestigiada, tanto que con sorna cruel se la solía llamar Azienda General e Infortunatti Politici...Pero Mattei salvó AGIP, y lo hizo con coraje, tosudez y sobre todocon mucha imaginación, como la que empleó para lanzar la "bomba petrolera de Cortemaggiore" que finalmente resultó no ser ni un mar ni siquiera un lago de petróleo, sino apenas un charquito. Pero en cambio sí tenía gas, y mucho y fue justamente ese gas el que lanzó a Mattei a las alturas, porque fue su mayor fuente de recursos primero en AGIP y luego en ENI, Pero a no engañarse, porque en realidad no fue el gas el fluido salvador, sino la gigantesca fe de Mattei, esa sustancia metafísica tan despreciada por los maquiavelistas de bolsillo y que, como se ve, además de "mover montañas" puede llegar a derrotar la conspiración de los mediocres y los serviles.
La pasión se enciende en el segundo acto cuando Mattei se lanza de frente nada menos que contra las temibles Siete Hermanas, las feroces Sette Sorelle, las invencibles Seven Sisters: Standard Oil de New Jersey, Standard Oil de California, Soeony-Mobil, Texaco, Gulf, Shell y British Petroleum, contra las que nadie se podía animar porque, como explican los "racionalizadores" de turno, las "condiciones objetivas" demuestran inequívocamente que nada se puede hacer, de donde concluyen que no vale la pena hacer nada. Y si uno cae en la trampa y ni siquiera intenta hacer algo, lo miran luego con suficiencia y sobradamente afirman: "Vio que no se podía hacer nada". Pero como ocurrió al inglés en un chiste, que dijo: "Mi, puede", Mattei pudo, y pudo tanto que desde entonces el negocio del petróleo en el mundo es otro negocio. Y si no que lo digan los países de la OPEP que año a año demuestran que también pueden.
En la película hay dos situaciones, rematadas con dos frases memorables, que resumen estos dos actos de la pasión. Uno, cuando Mattei ordena a uno de los administradores del ENI que le retire los autos oficiales a toda la plana mayor de la empresa: "¿Por qué?" pregunta el despavorido burócrata. "Simplemente porque el ENI no es un ministerio", es la categórica respuesta de Mattei. En esa frase está resumida la esencia misma de lo que debiera ser una empresa de Estado y su diferencia capital con los órganos tradicionales del Estado. Estos administran y controlan para lo cual les basta con mover papeles, expedientes. Aquélla fabrica, compra, vende, roba, contrabandea, no mueve papeles sino mercancías y lo hace en el mundo de la realidad y no en el de las reglamentaciones y organizaciones. O la empresa de Estado asume esa personalidad, o vegeta irremediablemente.
La otra situación es aquélla en que Mattei dialoga con un francés, que finalmente lo increpa por la posición que el italiano tiene frente a la revolución argelina; entonces Mattei le dice que a él le preocupa solamente defender el interés nacional de Italia. O sea: nada de paparruchadas ideológicas, de frases huecas y solemnes sobre la civilización occidental y cristiana o sobre la solidaridad socialista, que viene a ser lo mismo pero en ruso. Las cosas claras: él tiene que vigilar, defender, promover y fortalecer los intereses italianos, y esto parece bastante trivial y hasta elemental, salvo cuando se recuerda còmo han negociado algunos de nuestros compatriotas.
Me han dicho que uno de nuestros conspicuos ex ministros hizo el siguiente comentario luego de ver la película: "Bah, es una novela!". Sí, es cierto, es la novela de un hombre lleno de sangre. Es decir, la novela de alguien que es la antìtesis de nuestro modelo corriente de ministro o alto funcionario: hierático, acartonado, hueco, aristocratizante y, por sobre todas las cosas, manoseable. Debe ser porque Mattei fue exactamente todo lo contrario que los espectadores argentinos siguen la película con torturante atención, sin duda preguntándose ansiosamente: "¿Dónde podríamos conseguir nosotros un Mattei?"
Jorge Alberto Sábato
* Nota del Oso Verde: J.A.S. es sobrino de Ernesto (escritor), Arturo (Químico y delegado presidencial de Frondizi en YPF) y de Juan (ingeniero, miembro de la opositora "Comisión Argentina de Defensa del Petróleo", desde donde combatía los contratos celebrados por su hermano desde YPF). Primo de Jorge Federico Sábato (politólogo y ministro de Educación y Justicia de Alfonsín).
Simplemente me voy a ocupar de lo que hizo un gran impacto en mi. "El caso Mattei" es la historia de una pasión avasalladora e indomable, la pasión de un hombre (Mattei) por su patria (Italia) a la que no quiere ver más humillada, postergada, atrasada, subdesarrollada. Paradójicamente, esa pasión se encarna en algo que generalmente se concibe como frio, neutro frustrante y anti-pasional por excelencia: una empresa del Estado. Porque primero AGIP y luego ENI no son otra cosa que los instrumentos que Mattei elige, diseña, fabrica para ejecutar su pasión. Y en sus manos nerviosas y agitadas lo que no podría haber sido otra cosa que una pulcra y esterilizada institución se convierte en algo palpitante, vital, impetuoso, lista para luchar contra todos y en todos los terrenos.
El primer acto de la pasión es la guerra en el frente interno contra todos los indiferentes, los cínicos, los escépticos, los derrotados y sobre todo contra los cipayos, aquellos que no muy desinteresadamente querían que el Estado italiano no se metiera para nada en petróleo y lo dejase como un coto de caza para las compañías extranjeras. Para eso proponían la liquidación de AGIP, una empresa que el fascismo había fundado en 1926. "L`AGIP deve essere salvata", terminaba dramáticamente na carta de Mattei a su ex compañero de la resistencia, Ferruccio Parri, entonces primer ministro de Italia. Tarea nada fácil, porque la pobre AGIP no sólo no había encontrado petróleo sino que estaba muy desprestigiada, tanto que con sorna cruel se la solía llamar Azienda General e Infortunatti Politici...Pero Mattei salvó AGIP, y lo hizo con coraje, tosudez y sobre todocon mucha imaginación, como la que empleó para lanzar la "bomba petrolera de Cortemaggiore" que finalmente resultó no ser ni un mar ni siquiera un lago de petróleo, sino apenas un charquito. Pero en cambio sí tenía gas, y mucho y fue justamente ese gas el que lanzó a Mattei a las alturas, porque fue su mayor fuente de recursos primero en AGIP y luego en ENI, Pero a no engañarse, porque en realidad no fue el gas el fluido salvador, sino la gigantesca fe de Mattei, esa sustancia metafísica tan despreciada por los maquiavelistas de bolsillo y que, como se ve, además de "mover montañas" puede llegar a derrotar la conspiración de los mediocres y los serviles.
La pasión se enciende en el segundo acto cuando Mattei se lanza de frente nada menos que contra las temibles Siete Hermanas, las feroces Sette Sorelle, las invencibles Seven Sisters: Standard Oil de New Jersey, Standard Oil de California, Soeony-Mobil, Texaco, Gulf, Shell y British Petroleum, contra las que nadie se podía animar porque, como explican los "racionalizadores" de turno, las "condiciones objetivas" demuestran inequívocamente que nada se puede hacer, de donde concluyen que no vale la pena hacer nada. Y si uno cae en la trampa y ni siquiera intenta hacer algo, lo miran luego con suficiencia y sobradamente afirman: "Vio que no se podía hacer nada". Pero como ocurrió al inglés en un chiste, que dijo: "Mi, puede", Mattei pudo, y pudo tanto que desde entonces el negocio del petróleo en el mundo es otro negocio. Y si no que lo digan los países de la OPEP que año a año demuestran que también pueden.
En la película hay dos situaciones, rematadas con dos frases memorables, que resumen estos dos actos de la pasión. Uno, cuando Mattei ordena a uno de los administradores del ENI que le retire los autos oficiales a toda la plana mayor de la empresa: "¿Por qué?" pregunta el despavorido burócrata. "Simplemente porque el ENI no es un ministerio", es la categórica respuesta de Mattei. En esa frase está resumida la esencia misma de lo que debiera ser una empresa de Estado y su diferencia capital con los órganos tradicionales del Estado. Estos administran y controlan para lo cual les basta con mover papeles, expedientes. Aquélla fabrica, compra, vende, roba, contrabandea, no mueve papeles sino mercancías y lo hace en el mundo de la realidad y no en el de las reglamentaciones y organizaciones. O la empresa de Estado asume esa personalidad, o vegeta irremediablemente.
La otra situación es aquélla en que Mattei dialoga con un francés, que finalmente lo increpa por la posición que el italiano tiene frente a la revolución argelina; entonces Mattei le dice que a él le preocupa solamente defender el interés nacional de Italia. O sea: nada de paparruchadas ideológicas, de frases huecas y solemnes sobre la civilización occidental y cristiana o sobre la solidaridad socialista, que viene a ser lo mismo pero en ruso. Las cosas claras: él tiene que vigilar, defender, promover y fortalecer los intereses italianos, y esto parece bastante trivial y hasta elemental, salvo cuando se recuerda còmo han negociado algunos de nuestros compatriotas.
Me han dicho que uno de nuestros conspicuos ex ministros hizo el siguiente comentario luego de ver la película: "Bah, es una novela!". Sí, es cierto, es la novela de un hombre lleno de sangre. Es decir, la novela de alguien que es la antìtesis de nuestro modelo corriente de ministro o alto funcionario: hierático, acartonado, hueco, aristocratizante y, por sobre todas las cosas, manoseable. Debe ser porque Mattei fue exactamente todo lo contrario que los espectadores argentinos siguen la película con torturante atención, sin duda preguntándose ansiosamente: "¿Dónde podríamos conseguir nosotros un Mattei?"
Jorge Alberto Sábato
* Nota del Oso Verde: J.A.S. es sobrino de Ernesto (escritor), Arturo (Químico y delegado presidencial de Frondizi en YPF) y de Juan (ingeniero, miembro de la opositora "Comisión Argentina de Defensa del Petróleo", desde donde combatía los contratos celebrados por su hermano desde YPF). Primo de Jorge Federico Sábato (politólogo y ministro de Educación y Justicia de Alfonsín).
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